El 3 de febrero es el día en que
coinciden dos batallas fundamentales para el destino de lo que hoy conocemos
como la República Argentina. Sucedieron con varios años de diferencia en el
tiempo, pero ambas marcaron un antes y un después para los argentinos.
La primera batalla fue en 1813,
tres años antes se había conformado la Primera Junta de gobierno patrio que se
propuso extender las ideas revolucionarias al resto de las Provincias Unidas
del Río de la Plata, varias provincias se adhirieron a la revolución, pero
otras presentaron resistencia por lo que se formaron varios frentes para luchar
contra los focos contrarrevolucionarios, alternando derrotas y triunfos
importantes (como en Tucumán). En 1813, asume el Segundo triunvirato que tuvo
una actitud más determinante para encarar la revolución, reforzando la defensa
militar y encargando a José de San Martín la creación de un ejército que
definitivamente libere al continente del yugo español: nace el Regimiento de
Granaderos a Caballo que tuvo su bautismo de fuego el 3 de febrero de 1813.
Desatada la revolución, Montevideo
se convirtió en un importante bastión de defensa de los españoles, era su
principal base naval, aunque estaba sitiada por tierra por las tropas de
Rondeau por lo que, para abastecerse, los realistas debían salir al mar y hacer
uso del Río de la Plata. San Martín sabía de esto y junto a sus granaderos los
siguió paralelamente por tierra, adelantándose y llegando el 2 de febrero al
Convento de San Carlos, lugar en donde los españoles irían a buscar provisiones.
Cuando las tropas realistas desembarcaron, se dirigieron al monasterio donde
fueron sorprendidos por San Martín y sus hombres. La batalla duró 15 minutos y
terminó con la victoria para las tropas libertadoras. San Martín estuvo a punto
de perder la vida en el combate si no fuera por la heroica defensa tanto del
soldado correntino Juan Bautista Cabral como del puntano Juan Bautista
Baigorria. Este enfrentamiento significó el bautismo de fuego de San Martín y los
Granaderos a Caballo.
Exactamente, 39 años después se
produce, la batalla de Caseros. La independencia argentina se había logrado en
1816, pero luego de la misma se desataron violentas guerras civiles entre
unitarios y federales por el modelo de país a aplicar, alternándose gobiernos
de ambos bandos en todas las provincias. En 1829, tras varios enfrentamientos
anteriores, Juan Manuel de Rosas llega a la gobernación de Buenos Aires
teniendo como prioridad la paz y el orden, por lo que se lo conoció como el
Restaurador de las Leyes, organizó la nación bajo un sistema federal y se
enfrentó a varios focos de resistencia unitaria. Pero en 1851, el ganadero
entrerriano, Justo José de Urquiza, manifestó su oposición al gobierno de Rosas
por medio de un Pronunciamiento donde
aceptaba las repetidas renuncias de Rosas al manejo de la Confederación argentina
y asumía el control de las políticas exteriores y de guerra de las provincias. Rosas
reaccionó con rechazo y con lentitud ante esta situación, se limitó a esperar. Lo
que permitió a Urquiza establecer alianzas y formar el Ejército Grande para
combatirlo, este estaba conformado por 24000 hombres de Brasil (3500), Uruguay
(1500) y las provincias de Corrientes y Entre Ríos, mientras que el ejército
rosista estaba compuesto por 22000 combatientes. Finalmente, la batalla se da
el 3 de febrero de 1852 en la estancia de la familia Caseros situada en las
afueras de la ciudad de Buenos Aires. Las tropas de Urquiza dieron fin al
periodo rosista que había durado más de 20 años, pero el proceso de organización
del país no se materializó y continuaron generándose sucesivas guerras civiles.
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