El Agrimensor Juan Queirel, en su libro “Misiones”, impreso
en febrero de 1897, finalmente concluido tras cruzar 11 veces el entonces
Territorio Nacional de Misiones abriendo picadas que más tarde serían caminos y
rutas, así como mensurando modernos pueblos, futuras ciudades y chacras, nos da
a conocer a manera de síntesis, la cantidad de personas que habitaban Apóstoles
según el Censo de 1895, un total de 1263 habitantes, entre urbanos y rurales.
Sí, ya había esa cantidad de población según el Censo
Nacional de 1895 en la Apóstoles pre-inmigración.
Queirel, en ese mismo libro, nos detalla incluso la
cantidad de nacionales y extranjeros, y de los extranjeros, cuántos de qué
nacionalidades. Eran inmigrantes espontáneos, varios de ellos, algunos otros,
ex soldados que habían prestado servicio en los distintos ejércitos que
lucharon en la Guerra de la Triple Alianza, de uno y otro bando. Para ahondar
un poco más, sugiero leer el artículo “Los Censos de antes no eran como los de
ahora”.
Volviendo a nuestro tema, acerca de los gauchos que
habitaban Apóstoles a fines del siglo XIX, y aunque los distintos viajeros,
“descubierteros” –como se hacían llamar los exploradores de la Misiones de esa
época-, profesionales como Queirel que realizaban un trabajo específico para el
Gobierno del Territorio Nacional, así como algunos otros personajes de la época
que iban y venían, haciendo viajes de “exploración” tomándose un “año sabático”
para alejarse de ciertos problemas que tenían en sus lugares de origen, así
como otros que llegaban al Territorio con órdenes muy específicas, luego, todos
y cada uno de ellos, tras tomar notas, a veces hablar con la gente, otras sólo
por simple suposición, contaban sus anécdotas en esos “cuadernos de viaje” que
luego llevarían a las imprentas y que el público urbano de las ciudades
consumiría en ávida lectura, nos dan leves indicios de los tipos de gauchos con
los que interactuaban.
Veremos así en Misiones, distintos paisanos con oficios que
los definían muy concretamente, y que a continuación mencionaremos y trataremos
de explicar lo más claro posible:
-Carreros: Tenían el lento, cansino y
cansador trabajo de mover con entre 4 a 8 yuntas (pares) de bueyes, pesadas
carretas o carretones, de enormes dimensiones, con ruedas de hasta 3 a 3,5
metros de altura. Estas carretas, muy lentas, altas, y con un toldo, cumplían
funciones de carga (a la manera de los actuales camiones), y ocasionalmente,
por una muy módica suma, personas con sus pertenencias. Algunas veces los
gauchos iban sentados sobre la misma, otras, caminando al lado de los bueyes
guía, y así los controlaban en la dirección que debía llevar.
-Posteros: No confundir con el puestero,
que es el que ocupa un puesto en una estancia. Los Posteros eran los encargados
de las Postas. Este gaucho debía saber leer y escribir, saber algo de
matemáticas, y en lo posible, estar casado o tener una pareja, una paisana
dispuesta a vivir en esas soledades. El postero se encargaba de mantener los
corrales con bueyes de recambio para las carretas, caballos de chasquis y
caballos de tiro para galeras (vehículo muy similar a las diligencias). También
solía tener postes apropiados de madera dura, para reparaciones de ejes de
ambos tipos de vehículos, y saber acerca de ese tipo de reparaciones.
Obviamente, mantener bien alimentados y frescos a esos animales para el
recambio. La posta se dividía en partes: Los corrales; la posta en sí con una
especie de “comedor” con mesas y sillas o bancos, donde la paisana postera
preparaba algún plato simple y unos mates; y tal vez un par de habitaciones
para el descanso de los viajeros, y éstas, con unos catres, con una muy
estricta cantidad de pulgas y piojos, destinados a hacer levantar temprano a
los viajeros, e “insuflarles ganas” de seguir viaje lo antes posible;
finalmente, la vivienda del postero y su familia, un rancho pequeño, de tal vez
dos o tres habitaciones, y con bastante olor a humo por causa del fogón dentro
del rancho.
-Arrieros: Dedicados a arrear ganado
vacuno de una estancia a otra, o de un campo abierto a otro con mejores
pasturas o con agua. Este tipo de gaucho, vivía permanentemente montado a
caballo, con gran habilidad para manejar ganado bovino. Hábiles para enlazar,
marcar y carnear vacunos.
-Troperos: Al igual que los arrieros,
los troperos conducían tropillas de caballos y mulas, así como la realización
de actividades conexas, como la doma y amansado de los caballos.
-Matreros: Gauchos libres, sin patrón,
sin “horizontes de vida” definidos. Vivían el día a día. Se “conchababan” en
cualquier trabajo circunstancial y por períodos, como para cobrar y ahorrar
algún dinero que les permitiera seguir su forma de vida sin mayores problemas.
Su propiedad personal era su ropa, facón, boleadora y arma de fuego si las
tenía, un par de ponchos (uno para abrigarse, el otro para usarlo como
chiripá), y un sombrero. También una pava, un mate y bombilla, y algo de yerba
mate, un poco de charque y ocasionalmente, algunas galletas. Podía tener uno o
dos caballos de monta, uno siempre era una reserva, que le solía servir además,
de animal de carga de sus pocas pertenencias.
-Baqueanos: Especialistas en seguir
huellas. Un tipo de gaucho muy respetado, que veía lo que otros no: de qué era
la huella, cuánto tiempo tenía, qué dirección llevaba, cuál era el mejor camino
a seguir, sabía encontrar agua, conocía de las variaciones meteorológicas (y no
necesitaba de la ayuda de radares ni satélites para acertar en lo que sucedería
en las siguientes horas (calor, frío, helada, lluvia, granizo, viento). Muy
hábiles en el manejo de armas blancas (cuchillos y facones) y de fuego
(revólveres, escopetas, trabucos “naranjeros”, rifles). Muy utilizados por el
Ejército para buscar desertores, por los jueces para buscar delincuentes y
cuatreros, e incluso, por estancieros para determinar lugares para puestos y
buenas pasturas con agua cerca.
-Cuatreros: Literalmente, ladrones de
ganado, fuera por cuenta propia, en grupos, o para terceros. Muchas veces,
además, ejercían el contrabando transfronterizo.
Tras la Guerra de la Triple Alianza, muchos de los gauchos
que habían sido reclutados a la fuerza en levas ilegales por Mitre, y que
sobrevivieron a la guerra, fueron dados de baja, lo que los obligó a decidirse
hacia dónde ir y tratar de adivinar qué hacer de sus vidas. Algunos de ellos,
volvieron a sus provincias de origen, otros con los regimientos que los habían
reclutado, y algunos más, buscaron poblados cercanos a la zona de guerra, como
es el caso de Apóstoles.
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