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Nuestros gauchos de fines del siglo XIX. Por el Lic. Jorge Rendiche

El Agrimensor Juan Queirel, en su libro “Misiones”, impreso en febrero de 1897, finalmente concluido tras cruzar 11 veces el entonces Territorio Nacional de Misiones abriendo picadas que más tarde serían caminos y rutas, así como mensurando modernos pueblos, futuras ciudades y chacras, nos da a conocer a manera de síntesis, la cantidad de personas que habitaban Apóstoles según el Censo de 1895, un total de 1263 habitantes, entre urbanos y rurales.

Sí, ya había esa cantidad de población según el Censo Nacional de 1895 en la Apóstoles pre-inmigración.

Queirel, en ese mismo libro, nos detalla incluso la cantidad de nacionales y extranjeros, y de los extranjeros, cuántos de qué nacionalidades. Eran inmigrantes espontáneos, varios de ellos, algunos otros, ex soldados que habían prestado servicio en los distintos ejércitos que lucharon en la Guerra de la Triple Alianza, de uno y otro bando. Para ahondar un poco más, sugiero leer el artículo “Los Censos de antes no eran como los de ahora”.

Volviendo a nuestro tema, acerca de los gauchos que habitaban Apóstoles a fines del siglo XIX, y aunque los distintos viajeros, “descubierteros” –como se hacían llamar los exploradores de la Misiones de esa época-, profesionales como Queirel que realizaban un trabajo específico para el Gobierno del Territorio Nacional, así como algunos otros personajes de la época que iban y venían, haciendo viajes de “exploración” tomándose un “año sabático” para alejarse de ciertos problemas que tenían en sus lugares de origen, así como otros que llegaban al Territorio con órdenes muy específicas, luego, todos y cada uno de ellos, tras tomar notas, a veces hablar con la gente, otras sólo por simple suposición, contaban sus anécdotas en esos “cuadernos de viaje” que luego llevarían a las imprentas y que el público urbano de las ciudades consumiría en ávida lectura, nos dan leves indicios de los tipos de gauchos con los que interactuaban.

Veremos así en Misiones, distintos paisanos con oficios que los definían muy concretamente, y que a continuación mencionaremos y trataremos de explicar lo más claro posible:

-Carreros: Tenían el lento, cansino y cansador trabajo de mover con entre 4 a 8 yuntas (pares) de bueyes, pesadas carretas o carretones, de enormes dimensiones, con ruedas de hasta 3 a 3,5 metros de altura. Estas carretas, muy lentas, altas, y con un toldo, cumplían funciones de carga (a la manera de los actuales camiones), y ocasionalmente, por una muy módica suma, personas con sus pertenencias. Algunas veces los gauchos iban sentados sobre la misma, otras, caminando al lado de los bueyes guía, y así los controlaban en la dirección que debía llevar.

-Posteros: No confundir con el puestero, que es el que ocupa un puesto en una estancia. Los Posteros eran los encargados de las Postas. Este gaucho debía saber leer y escribir, saber algo de matemáticas, y en lo posible, estar casado o tener una pareja, una paisana dispuesta a vivir en esas soledades. El postero se encargaba de mantener los corrales con bueyes de recambio para las carretas, caballos de chasquis y caballos de tiro para galeras (vehículo muy similar a las diligencias). También solía tener postes apropiados de madera dura, para reparaciones de ejes de ambos tipos de vehículos, y saber acerca de ese tipo de reparaciones. Obviamente, mantener bien alimentados y frescos a esos animales para el recambio. La posta se dividía en partes: Los corrales; la posta en sí con una especie de “comedor” con mesas y sillas o bancos, donde la paisana postera preparaba algún plato simple y unos mates; y tal vez un par de habitaciones para el descanso de los viajeros, y éstas, con unos catres, con una muy estricta cantidad de pulgas y piojos, destinados a hacer levantar temprano a los viajeros, e “insuflarles ganas” de seguir viaje lo antes posible; finalmente, la vivienda del postero y su familia, un rancho pequeño, de tal vez dos o tres habitaciones, y con bastante olor a humo por causa del fogón dentro del rancho.

-Arrieros: Dedicados a arrear ganado vacuno de una estancia a otra, o de un campo abierto a otro con mejores pasturas o con agua. Este tipo de gaucho, vivía permanentemente montado a caballo, con gran habilidad para manejar ganado bovino. Hábiles para enlazar, marcar y carnear vacunos.

-Troperos: Al igual que los arrieros, los troperos conducían tropillas de caballos y mulas, así como la realización de actividades conexas, como la doma y amansado de los caballos.

-Matreros: Gauchos libres, sin patrón, sin “horizontes de vida” definidos. Vivían el día a día. Se “conchababan” en cualquier trabajo circunstancial y por períodos, como para cobrar y ahorrar algún dinero que les permitiera seguir su forma de vida sin mayores problemas. Su propiedad personal era su ropa, facón, boleadora y arma de fuego si las tenía, un par de ponchos (uno para abrigarse, el otro para usarlo como chiripá), y un sombrero. También una pava, un mate y bombilla, y algo de yerba mate, un poco de charque y ocasionalmente, algunas galletas. Podía tener uno o dos caballos de monta, uno siempre era una reserva, que le solía servir además, de animal de carga de sus pocas pertenencias.

-Baqueanos: Especialistas en seguir huellas. Un tipo de gaucho muy respetado, que veía lo que otros no: de qué era la huella, cuánto tiempo tenía, qué dirección llevaba, cuál era el mejor camino a seguir, sabía encontrar agua, conocía de las variaciones meteorológicas (y no necesitaba de la ayuda de radares ni satélites para acertar en lo que sucedería en las siguientes horas (calor, frío, helada, lluvia, granizo, viento). Muy hábiles en el manejo de armas blancas (cuchillos y facones) y de fuego (revólveres, escopetas, trabucos “naranjeros”, rifles). Muy utilizados por el Ejército para buscar desertores, por los jueces para buscar delincuentes y cuatreros, e incluso, por estancieros para determinar lugares para puestos y buenas pasturas con agua cerca.

-Cuatreros: Literalmente, ladrones de ganado, fuera por cuenta propia, en grupos, o para terceros. Muchas veces, además, ejercían el contrabando transfronterizo.

Tras la Guerra de la Triple Alianza, muchos de los gauchos que habían sido reclutados a la fuerza en levas ilegales por Mitre, y que sobrevivieron a la guerra, fueron dados de baja, lo que los obligó a decidirse hacia dónde ir y tratar de adivinar qué hacer de sus vidas. Algunos de ellos, volvieron a sus provincias de origen, otros con los regimientos que los habían reclutado, y algunos más, buscaron poblados cercanos a la zona de guerra, como es el caso de Apóstoles.




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