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Apóstoles antes de la inmigración oficial nacional. Por Jorge Rendiche

Si carecemos de la curiosidad y la lectura necesarias, tendemos a creer que, en el caso de Apóstoles, hubo un período jesuítico, un post jesuítico con la batalla de Apóstoles, luego un vacío de 60 años, y finalmente, un “milagroso” repoblamiento con inmigrantes llegados de Europa.

Lo cierto es que, la historia contada y entendida de esa forma, tiene significativos errores, vacíos, lagunas de contenido, y nada más alejado de la realidad histórica.

Primero que nada, y lo que nos interesa, es decir y afirmar que una cosa es la Inmigración Oficial Nacional, y que ésta se menciona de esa forma, para remarcar por contraposición, a otro tipo de inmigración, la que debería denominarse como Inmigración Espontánea Individual, detrás de la cual, no estaba el Estado, sino los propios individuos que en su plena libertad y libre albedrío elegían migrar desde donde vivieran, en busca de nuevos horizontes, y eso sucedía normal y naturalmente en el siglo XIX. Apóstoles no fue la excepción a la regla.

Tras el fin de la Liga Federal de los Pueblos Libres en 1820, Misiones comenzó un proceso de decaimiento y desmembramiento sistemático, tanto desde el Estado Nacional, como desde la vecina y cercana Corrientes, así como del limítrofe Paraguay.

Misiones fue dividida en dos, y ocupada por estos “buenos vecinos” durante décadas. En esas décadas, las poblaciones no desaparecieron totalmente, aunque mucha gente migró hacia diferentes lugares.

Apóstoles, en particular, se transformó en cruce de caminos, de rutas de carretas, de galeras, de chasquis, de paso para capangas conduciendo mensúes hacia la selva en búsqueda de yerba mate.

Cuando la Guerra de la Triple Alianza, fue parada circunstancial y parte del derrotero de las tropas de infantería y de caballería brasileñas en camino a las Trincheras de San José (hoy Posadas).

Concluída la guerra, los ejércitos no vuelven completos a sus países de origen. Simplemente, algunos lo hacen, mientras que en otros casos, por diversos motivos, fueran por promesas, económicos, o simple decisión política, las tropas son dadas de baja en sus mismos campamentos, lo que obligará a muchos a pensar qué hacer y dónde ir.

Muchos ex soldados volverán a sus provincias o países de origen. Otros, decidirán quedarse en cercanías de sus campamentos y recorrerán el territorio en búsqueda de un lugar donde se sientan cómodos y sean aceptados como nuevos miembros de esas comunidades. Apóstoles será uno de esos lugares.

Es así que llegarán a Apóstoles ex combatientes de todos los países en pugna (argentinos, brasileños, uruguayos, algún que otro sobreviviente paraguayo, y también europeos que participaron muchas veces como oficiales en algunos de esos ejércitos, que habían decidido embarcarse en una aventura bélica en una guerra que les era ajena, y probar suerte).

El Censo Nacional mencionado en un escrito anterior, en particular no el de 1869, sino el de 1895, que menciona y detalla a su vez Juan Queirel en su libro “Misiones”, nos habla de la presencia de españoles, italianos, algún ruso y austríacos (¿ucranianos, tal vez?), polacos, ingleses, franceses, y por supuesto, paraguayos, brasileros, entre otros, además de gauchos argentinos.

¿Qué hacía toda esta gente en estas tierras feraces? Bueno, como dijimos, buscaban paz y construir una vida, una familia.

¿A qué se dedicaban? Mucho no había por hacer, pero con seguridad, algunos criaban ganado vacuno, caballos, algunas gallinas, plantaban maíz y zapallos, trabajaban, además, como arrieros y troperos, subsistiendo como mejor podían.

Cuando aparecían aventureros y exploradores, como Queirel o Ambrosetti, entre otros, oficiaban de peones o baqueanos, según el requerimiento del personaje visitante.


Agrimensor Juan Queirel

Vivían dispersos, en muchos casos, en el campo abierto, cerca de algún arroyo o vertiente.

Tratemos de viajar con la imaginación hacia esa época, despojándonos de lo que conocemos actualmente, y nos encontraremos repentinamente con campos abiertos, con altos pastizales y algún que otro rancho. Muy pocos árboles. Nada de rutas o caminos, sino huellas de las carretas y galera, así como el repiqueteo semanal de los caballos de los chasquis.

En lo que ahora es el barrio Illia de Apóstoles, estaba el “poblado”, y donde ahora se conoce como barrio “Las Ruinas”, en la zona del estadio y cercanías, estaban lo que la gente de entonces denominaba “las ruinas del naranjal” o “el naranjal de las ruinas”.

Todo aquel que conoce Apóstoles, y conoce el barrio Illia, seguramente conoce la Cruz de Cruces y la “esquina del tacuaral”. En esa zona estaba el segundo cementerio de Apóstoles (por eso la Cruz de Cruces, en homenaje, y porque, aunque zona urbanizada, el lugar no dejará de ser lo que se conoce como “tierra sagrada”, aún cuando ya no hayan más tumbas, osamentas ni cruces), y pegado al cementerio, el poblado de Apóstoles. Todo lo que hoy en día conocemos como Barrios Centro, Las Ruinas y Chaquito, no existían como zona urbana: apenas algún que otro rancho perdido.


Plano del agrimensor Juan Queirel
Plano del agrimensor Juan Queirel

Recién después de la mensura urbana encargada al Agrimensor Juan Queirel, empezaron a haber modificaciones urbanísticas de asentamiento, y Apóstoles comenzó a tomar otro rumbo.

Parte de los pobladores del Apóstoles de esa época, se “conchababan” (contrato de trabajo de palabra) para oficiar de peones y ayudantes de los colaboradores de Queirel, en el proceso de mensura urbana de la nueva Apóstoles, así como también en la mensura de las primeras chacras. Buscaban alguna manera de sobrevivir ganándose unos Pesos.

Ya un año antes de la llegada de los primeros inmigrantes de la Colonización Oficial Nacional, Queirel había terminado su mensura y entregado los planos de la misma al Gobierno del Territorio Nacional en Posadas.

Al llegar a Apóstoles los primeros inmigrantes, se encontraron éstos con esa población arriba mencionada, pero con un moderno pueblo trazado/mensurado según ideas adelantadas de la época, conocidas como “urbanismo higienista”, siguiendo los pasos de París y La Plata. Hoy vemos ese trazado en las anchas avenidas boulevares con plazoletas arborizadas y ajardinadas (de 11 a 18 metros de ancho), calles también anchas (unos 10 metros de ancho), manzanas con 110 metros de largo, donde se preveía el ancho de las veredas (4 metros). Todo eso, lo vemos hoy como algo natural, pero en aquel entonces, sólo la “mirada a futuro”, la imaginación de visual y técnica de este hombre, era capaz de verlo, cuando el resto sólo veía mojones de hierro clavados en el suelo, o un dibujo en el papel.

¿Qué cosas había en ese Apóstoles previo a la Inmigración Oficial Nacional?

Además de los ranchos y el cementerio mencionados en este escrito, también estaba la Posta, que mencionamos en una publicación anterior.

¿Qué más? Bueno, ubiquémonos en esa época, y veremos tal vez:

-Un Juzgado de Paz

-Una casa para el Juez de Paz (el primero fue el Ingeniero Carlos Lencisa, italiano, casado, cuñado del ex Gobernador Coronel Rudecindo Roca y del Presidente de la Nación General Julio Argentino Roca), y su familia, claro.

-Una comisaría de la Policía Territorial Nacional, con un Comisario al frente, otros dos oficiales y por lo menos una docena de agentes policiales (todos ex soldados de la Campaña al Desierto)

-Las casas (ranchos) del Comisario, los oficiales y los agentes policiales. 

-Una capilla rancho (donde ocasionalmente oficiaba misa el Cura Párroco de Posadas, el Padre Vogt, además de casamientos, bautismos y responsos)

-Un ramos generales (donde se vendía de todo, con productos que vendrían de Brasil, desde Posadas, y hasta de Buenos Aires), con anexo rancho del dueño del negocio

-Tal vez, una pulpería (donde se servía algún traguito de caña y raramente, vino), anexo rancho del pulpero

-Una escuelita, donde solía enseñarse a escribir, leer, sumar y restar

-Una herrería (siempre se requerían arreglos en las galeras, recambio o arreglo de herraduras de los caballos de las galeras, de los caballos de los chasquis y de los caballos de los policías territoriales, que se movían sí o sí a caballo) y el rancho del herrero.

Si había Comisaría con Comisario y agentes, y un juez, es porque los pobladores no “arreglaban” sus diferencias hablando, sino que lo arreglaban con los facones, como era “de rigor” en aquella época, de allí la presencia de estos Oficiales del Orden Público, que fue requerida desde 1895… es que el cementerio crecía más rápido en población, que los habitantes del poblado.

Eso constituía con toda seguridad, el “pueblo” pre inmigración de Apóstoles. Como se puede ver, sí había gente habitando el pueblo de Apóstoles, y quienes dan más fe de la presencia de toda esta gente, no sólo es el Censo, sino el libro del aquí mencionado Queirel, así como el de Cambas, a los que aludimos en un escrito anterior.

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