Si
carecemos de la curiosidad y la lectura necesarias, tendemos a creer que, en el
caso de Apóstoles, hubo un período jesuítico, un post jesuítico con la batalla
de Apóstoles, luego un vacío de 60 años, y finalmente, un “milagroso”
repoblamiento con inmigrantes llegados de Europa.
Lo
cierto es que, la historia contada y entendida de esa forma, tiene
significativos errores, vacíos, lagunas de contenido, y nada más alejado de la
realidad histórica.
Primero
que nada, y lo que nos interesa, es decir y afirmar que una cosa es la
Inmigración Oficial Nacional, y que ésta se menciona de esa forma, para
remarcar por contraposición, a otro tipo de inmigración, la que debería
denominarse como Inmigración Espontánea Individual, detrás de la cual, no
estaba el Estado, sino los propios individuos que en su plena libertad y libre
albedrío elegían migrar desde donde vivieran, en busca de nuevos horizontes, y
eso sucedía normal y naturalmente en el siglo XIX. Apóstoles no fue la
excepción a la regla.
Tras
el fin de la Liga Federal de los Pueblos Libres en 1820, Misiones comenzó un
proceso de decaimiento y desmembramiento sistemático, tanto desde el Estado
Nacional, como desde la vecina y cercana Corrientes, así como del limítrofe
Paraguay.
Misiones
fue dividida en dos, y ocupada por estos “buenos vecinos” durante décadas. En
esas décadas, las poblaciones no desaparecieron totalmente, aunque mucha gente
migró hacia diferentes lugares.
Apóstoles,
en particular, se transformó en cruce de caminos, de rutas de carretas, de
galeras, de chasquis, de paso para capangas conduciendo mensúes hacia la selva
en búsqueda de yerba mate.
Cuando
la Guerra de la Triple Alianza, fue parada circunstancial y parte del derrotero
de las tropas de infantería y de caballería brasileñas en camino a las Trincheras
de San José (hoy Posadas).
Concluída
la guerra, los ejércitos no vuelven completos a sus países de origen.
Simplemente, algunos lo hacen, mientras que en otros casos, por diversos
motivos, fueran por promesas, económicos, o simple decisión política, las
tropas son dadas de baja en sus mismos campamentos, lo que obligará a muchos a
pensar qué hacer y dónde ir.
Muchos
ex soldados volverán a sus provincias o países de origen. Otros, decidirán
quedarse en cercanías de sus campamentos y recorrerán el territorio en búsqueda
de un lugar donde se sientan cómodos y sean aceptados como nuevos miembros de
esas comunidades. Apóstoles será uno de esos lugares.
Es
así que llegarán a Apóstoles ex combatientes de todos los países en pugna
(argentinos, brasileños, uruguayos, algún que otro sobreviviente paraguayo, y
también europeos que participaron muchas veces como oficiales en algunos de
esos ejércitos, que habían decidido embarcarse en una aventura bélica en una
guerra que les era ajena, y probar suerte).
El
Censo Nacional mencionado en un escrito anterior, en particular no el de 1869,
sino el de 1895, que menciona y detalla a su vez Juan Queirel en su libro
“Misiones”, nos habla de la presencia de españoles, italianos, algún ruso y
austríacos (¿ucranianos, tal vez?), polacos, ingleses, franceses, y por
supuesto, paraguayos, brasileros, entre otros, además de gauchos argentinos.
¿Qué
hacía toda esta gente en estas tierras feraces? Bueno, como dijimos, buscaban
paz y construir una vida, una familia.
¿A
qué se dedicaban? Mucho no había por hacer, pero con seguridad, algunos criaban
ganado vacuno, caballos, algunas gallinas, plantaban maíz y zapallos, trabajaban,
además, como arrieros y troperos, subsistiendo como mejor podían.
Cuando
aparecían aventureros y exploradores, como Queirel o Ambrosetti, entre otros,
oficiaban de peones o baqueanos, según el requerimiento del personaje
visitante.
![]() |
Agrimensor Juan Queirel |
Vivían
dispersos, en muchos casos, en el campo abierto, cerca de algún arroyo o
vertiente.
Tratemos
de viajar con la imaginación hacia esa época, despojándonos de lo que conocemos
actualmente, y nos encontraremos repentinamente con campos abiertos, con altos
pastizales y algún que otro rancho. Muy pocos árboles. Nada de rutas o caminos,
sino huellas de las carretas y galera, así como el repiqueteo semanal de los
caballos de los chasquis.
En
lo que ahora es el barrio Illia de Apóstoles, estaba el “poblado”, y donde
ahora se conoce como barrio “Las Ruinas”, en la zona del estadio y cercanías,
estaban lo que la gente de entonces denominaba “las ruinas del naranjal” o “el
naranjal de las ruinas”.
Todo
aquel que conoce Apóstoles, y conoce el barrio Illia, seguramente conoce la
Cruz de Cruces y la “esquina del tacuaral”. En esa zona estaba el segundo
cementerio de Apóstoles (por eso la Cruz de Cruces, en homenaje, y porque,
aunque zona urbanizada, el lugar no dejará de ser lo que se conoce como “tierra
sagrada”, aún cuando ya no hayan más tumbas, osamentas ni cruces), y pegado al
cementerio, el poblado de Apóstoles. Todo lo que hoy en día conocemos como
Barrios Centro, Las Ruinas y Chaquito, no existían como zona urbana: apenas
algún que otro rancho perdido.
![]() |
Plano del agrimensor Juan Queirel |
Recién
después de la mensura urbana encargada al Agrimensor Juan Queirel, empezaron a
haber modificaciones urbanísticas de asentamiento, y Apóstoles comenzó a tomar
otro rumbo.
Parte
de los pobladores del Apóstoles de esa época, se “conchababan” (contrato de
trabajo de palabra) para oficiar de peones y ayudantes de los colaboradores de
Queirel, en el proceso de mensura urbana de la nueva Apóstoles, así como
también en la mensura de las primeras chacras. Buscaban alguna manera de
sobrevivir ganándose unos Pesos.
Ya
un año antes de la llegada de los primeros inmigrantes de la Colonización
Oficial Nacional, Queirel había terminado su mensura y entregado los planos de
la misma al Gobierno del Territorio Nacional en Posadas.
Al
llegar a Apóstoles los primeros inmigrantes, se encontraron éstos con esa
población arriba mencionada, pero con un moderno pueblo trazado/mensurado según
ideas adelantadas de la época, conocidas como “urbanismo higienista”, siguiendo
los pasos de París y La Plata. Hoy vemos ese trazado en las anchas avenidas
boulevares con plazoletas arborizadas y ajardinadas (de 11 a 18 metros de
ancho), calles también anchas (unos 10 metros de ancho), manzanas con 110
metros de largo, donde se preveía el ancho de las veredas (4 metros). Todo eso,
lo vemos hoy como algo natural, pero en aquel entonces, sólo la “mirada a
futuro”, la imaginación de visual y técnica de este hombre, era capaz de verlo,
cuando el resto sólo veía mojones de hierro clavados en el suelo, o un dibujo
en el papel.
¿Qué
cosas había en ese Apóstoles previo a la Inmigración Oficial Nacional?
Además
de los ranchos y el cementerio mencionados en este escrito, también estaba la
Posta, que mencionamos en una publicación anterior.
¿Qué
más? Bueno, ubiquémonos en esa época, y veremos tal vez:
-Un
Juzgado de Paz
-Una
casa para el Juez de Paz (el primero fue el Ingeniero Carlos Lencisa, italiano,
casado, cuñado del ex Gobernador Coronel Rudecindo Roca y del Presidente de la
Nación General Julio Argentino Roca), y su familia, claro.
-Una
comisaría de la Policía Territorial Nacional, con un Comisario al frente, otros
dos oficiales y por lo menos una docena de agentes policiales (todos ex
soldados de la Campaña al Desierto)
-Las
casas (ranchos) del Comisario, los oficiales y los agentes policiales.
-Una
capilla rancho (donde ocasionalmente oficiaba misa el Cura Párroco de Posadas,
el Padre Vogt, además de casamientos, bautismos y responsos)
-Un
ramos generales (donde se vendía de todo, con productos que vendrían de Brasil,
desde Posadas, y hasta de Buenos Aires), con anexo rancho del dueño del negocio
-Tal
vez, una pulpería (donde se servía algún traguito de caña y raramente, vino),
anexo rancho del pulpero
-Una
escuelita, donde solía enseñarse a escribir, leer, sumar y restar
-Una
herrería (siempre se requerían arreglos en las galeras, recambio o arreglo de
herraduras de los caballos de las galeras, de los caballos de los chasquis y de
los caballos de los policías territoriales, que se movían sí o sí a caballo) y
el rancho del herrero.
Si
había Comisaría con Comisario y agentes, y un juez, es porque los pobladores no
“arreglaban” sus diferencias hablando, sino que lo arreglaban con los facones,
como era “de rigor” en aquella época, de allí la presencia de estos Oficiales
del Orden Público, que fue requerida desde 1895… es que el cementerio crecía
más rápido en población, que los habitantes del poblado.
Eso
constituía con toda seguridad, el “pueblo” pre inmigración de Apóstoles. Como
se puede ver, sí había gente habitando el pueblo de Apóstoles, y quienes dan
más fe de la presencia de toda esta gente, no sólo es el Censo, sino el libro
del aquí mencionado Queirel, así como el de Cambas, a los que aludimos en un
escrito anterior.
0 Comentarios